UNA CARDIOPATÍA CONGÉNITA es un problema en la estructura anatómica normal del corazón, que se presenta desde el nacimiento.
Los defectos congénitos del corazón son lesiones anatómicas de una o varias de las cuatro cámaras cardiacas, de los tabiques que las separan o de las válvulas o vías de salida.
Las anomalías cardiacas menores pueden no requerir ningún tratamiento y las más severas pueden precisar tratamiento medico o quirúrgico durante el primer año de vida.
Estos pacientes sufren en muchos casos patologías bucales que requieren de tratamiento en la clínica dental y son pacientes de riesgo de contraer endocarditis infecciosa durante el tratamiento dental.
La endocarditis infecciosa representa uno de los riesgos más importantes, en el manejo de los pacientes pediátricos con cardiopatía congénita, por lo que su prevención resulta indispensable.
La endocarditis infecciosa es una patología inflamatoria del endocardio secundaria a fenómenos infecciosos, y que se caracteriza por la presencia de una lesión endotelial donde pueden adherirse las bacterias tras una bacteriemia, proliferar y dar lugar a la presentación típica de la endocarditis.
La bacteriemia, por su parte, es un fenómeno caracterizado por la presencia de bacterias en el torrente sanguíneo como consecuencia de actividades diarias (cepillado de dientes, masticación), procedimientos dentales o médicos, o por la existencia de infecciones.
Un óptimo cuidado bucodental en personas con cardiopatías congénitas y la adopción de una serie de medidas profilácticas puede evitar en la consulta dental la aparición de eventos especialmente graves, como la endocarditis infecciosa o las bacteriemias.
En ocasiones, la falta de información y el miedo a lo que puede pasarles a estos pacientes con cardiopatías congénitas en la consulta odontológica hace que no acudan a realizarse un necesario tratamiento bucodental.
