LÁMPARAS ODONTOLÓGICAS pueden dañar la pulpa del diente


Una investigación de la UN señala que algunas lámparas de fotocurado, utilizadas en tratamientos odontológicos, superan los 42 grados centígrados. Esto puede derivar en la muerte de la pulpa dental.



El estudio consistió en evaluar el calor y la intensidad en diferentes tipos de lámparas, pero con especial atención en las de tipo LED, ya que en la actualidad son las más utilizadas. “Encontramos que estas producían hasta 72 grados centígrados. Fácilmente, podían llevar a una muerte de la pulpa (comúnmente llamada nervio)”, asegura el profesor Norberto Calvo, vicedecano de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Colombia.

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Las lámparas en odontología son utilizadas para polimerizar (reacción química en la que dos o más moléculas se combinan para formar otra) o endurecer los diferentes materiales empleados en los tratamientos. Básicamente, la luz que producen activa los compuestos químicos de estos insumos.

En la actualidad, hay unidades que producen más de 2.000 milivatios por centímetro cuadrado, frente a los 300 de las antiguas lámparas. Es decir, alcanzan una alta energía lumínica.

“Uno de los aspectos preocupantes en estas lámparas, que producen tanta energía, es que, por lo general, van acompañadas de mucho calor”, explica el profesor Calvo.

Y agrega: “Cuando trabajamos en la boca del paciente, el calor permitido –sin originar daño en la pulpa– no debe superar los 42 grados centígrados. Una lámpara de alta seguridad es la que está alrededor de los 38 grados”.

Los peligros de la intensidad

La intensidad lumínica puede ser un problema. Según el profesor Calvo, la tendencia a querer mostrar que las lámparas que tienen más intensidad son mejores, puede tener efectos indeseados sobre los materiales odontológicos.

“De forma irresponsable, algunos fabricantes empezaron a decir que aquellas lámparas de mayor intensidad requerían menos exposición en aras de ahorrarle tiempo al clínico”, detalla.

Concretamente, las intensidades altas desfavorecen aspectos como la contracción y el estrés interno del material odontológico. Por el contrario, una intensidad muy baja puede provocar que el material quede crudo y se produzcan problemas biológicos. En cualquiera de los dos casos no se obtienen las mejores propiedades mecánicas y ópticas.

“Hay que tener un equilibrio en la elección de la forma como se comportan las lámparas”, es el llamado del odontólogo de la UN.

Fuente: diariodelhuila.com





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