PDF: Lesiones por hipoclorito sódico en la clínica odontológica: causas y recomendaciones de actuación


La irrigación durante el tratamiento endodóntico es fundamental para conseguir la limpieza adecuada del conducto.


En la actualidad, el irrigante más usado, debido a sus propiedades y capacidad bactericida y de disolver tejidos, es el hipoclorito sódico, a concentraciones entre 0,5% y 5,25%. Sin embargo, es conocida su alta toxicidad cuando entra en contacto con los tejidos blandos.


Los eventos adversos por hipoclorito sódico, no son muy frecuentes, aunque cuando suceden, la extrusión provoca cuadros muy aparatosos, pese a que no suelen comprometer la vida del paciente.
 

A pesar de que existan una serie de recomendaciones cuyo fin es disminuir la incidencia de estos accidentes, no se pueden evitar completamente, por lo que además de conocer la técnica correcta, se deberá saber también el protocolo de actuación ante estos casos.

La limpieza de los conductos radiculares constituye la base para el éxito de la endodoncia y se consigue mediante instrumentación mecánica combinada con limpieza química.


La limpieza química consiste en la eliminación mediante determinadas soluciones de los restos del tejido necrótico, el barrillo dentinario, los detritus y, por supuesto, de los agentes bacterianos.

La irrigación cada vez va ganando más importancia ya que se ha visto que a pesar de los avances tecnológicos de los últimos tiempos, la instrumentación mecánica por si sola es insuficiente y alrededor de un tercio de las paredes de los conductos no se consiguen instrumentar incluso cuando se usan instrumentos modernos como los rotatorios de níquel-titanio, porque éstos actúan en la zona central de la raíz pudiendo dejar nichos sin tratar.


Además, dada su naturaleza líquida, el irrigante es capaz de alcanzar fácilmente zonas a las que las limas no pueden llegar: istmo, conductos laterales, deltas apicales etc. y, por supuesto las zonas microscópicas como los túbulos dentinales.





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