Los implantes dentales cortos, aunque históricamente se han asociado a un mal pronóstico en las rehabilitaciones orales implantosoportadas.
Con el paso de los años y los avances en implantología, se han convertido en un tratamiento habitual en la práctica diaria de muchos clínicos, obteniendo tasas de éxito que se han incrementado recientemente hasta prácticamente igualarse a los implantes convencionales para muchos autores.
La necesidad de reducir tiempos de trabajo, costes económicos y morbilidad intraoperatoria unida a la creciente demanda de rehabilitaciones implantosoportadas en pacientes de un rango de edad cada vez mayor hace necesario añadirlos entre nuestras opciones rehabilitadoras implantológicas.
Para ello es necesario conocer sus pros y contras y establecer unos protocolos quirúrgicos y de selección del paciente receptor.
Hace una década era impensable un tratamiento con implantes de 6-7 mm y se consideraba un fracaso garantizado, porque la longitud del implante se concebía como un parámetro de garantía de estabilidad primaria y resistencia a fuerzas de torsión, pero a día de hoy, los implantes cortos parecen un tratamiento predecible y la mejor alternativa a los tratamientos regenerativos previamente mencionados, sobre todo en el maxilar inferior atrófico, donde la dificultad de las técnicas regenerativas es más elevada y el pronóstico es más incierto.
El objetivo del presente artículo es valorar la pertinencia del uso de implantes cortos en los maxilares atróficos como alternativa a las técnicas quirúrgicas convencionales de regeneración.