Durante décadas, los clínicos han tenido la percepción de que el diente endodonciado no tenía la misma supervivencia clínica que el diente vital.
Con el tiempo, esta percepción se ha convertido en evidencia científica a partir de estudios clínicos e in-vitro; y hoy en día, debe ser tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones clínicas; ya que sabemos que los dientes sometidos a tratamiento de conductos son más susceptibles a fisuras y fracturas subgingivales desfavorables.
Caplan y cols. en 2005 compararon la supervivencia de 202 dientes endodonciados con sus correspondientes contralaterales durante 6.7 años y concluyeron que los dientes endodonciados tenían tres veces más posibilidades de ser extraídos que los dientes vitales contralaterales.
Un dato importante a reseñar es que los molares endodonciados fueron siete veces más susceptibles a exodoncia que los premolares y los dientes anteriores. Ahora bien, en la actualidad, sabemos que la presencia de una fisura en un diente endodonciado no es sinónimo de mal pronóstico.
El estudio publicado por Davis y Shariff en 2019 demostró una supervivencia del 96%, durante un periodo de 2 a 4 años, en dientes endodonciados con grietas que se extendían radicularmente hasta 5 mm y restaurados de forma rápida mediante coronas.
En esta misma línea apunta una revisión sistemática publicada en 2020 que recogía los datos de cuatro estudios retrospectivos y obtenía una tasa de supervivencia a los 5 años del 84% para los dientes endodonciados con grietas.
La supervivencia de los dientes endodonciados también se ha correlacionado con la ubicación y la presencia de puntos de contacto.
Hoy en día sabemos que los dientes terminales y los que carecen de contactos proximales son más susceptibles de sufrir fracturas corono-radiculares.
En estudios retrospectivos se ha demostrado que los dientes endodonciados con dos puntos de contacto tienen tres veces mejor supervivencia que los dientes endodonciados con menos
contactos interproximales.
En este sentido, resaltar que los segundos molares endodonciados tienen mayor probabilidad de sufrir fallos catastróficos que obliguen a su extracción.
Otro aspecto a tener en cuenta en la supervivencia del diente endodonciado es como afecta al pronóstico de las prótesis fijas. De Backer y cols. analizaron la supervivencia clínica de coronas y puentes durante un periodo de 16 a 20 años.
Los resultados demostraron que, en coronas y puentes de tres piezas, la supervivencia clínica no variaba si los pilares estaban vitales o si alguno de los pilares estaba endodonciado.
Sin embargo, en puentes de más de tres unidades o en cantilever había más fracasos si alguno de los pilares estaba desvitalizado.
A día de hoy, el impacto de la restauración en la supervivencia clínica del diente endodonciado todavía presenta lagunas importantes.
Hasta que no se realicen más ensayos clínicos prospectivos bien diseñados, que arrojen un alto nivel de evidencia y que permitan la elaboración de guías de manejo clínico, seguirán existiendo controversias sobre los procedimientos de restauración más adecuados tras la finalización del tratamiento de conductos.