La viruela del mono es una enfermedad zoonótica, causada por el virus de la viruela del mono, que pertenece a la familia del Poxviridae. La variante de África Central es más virulenta que la de África Occidental.
Este virus está muy relacionado con el virus de la viruela. Se ha observado que la vacuna de la viruela protege aproximadamente un 85% contra la viruela del mono. Sin embargo, en 1980 la viruela se erradicó y se dejó de vacunar.
Los monos no son el origen del virus, se cree que lo son varios roedores o pequeños mamíferos.
IMPLICANCIAS EN ODONTOLOGÍA Y AMANEZA PARA EL DENTISTA
La viruela del mono es otra enfermedad infecto-contagiosa más a la que nos enfrentamos los dentistas.
Siguiendo los protocolos de limpieza, desinfección y esterilización habituales en la clínica odontológica este virus no supone un riesgo añadido en nuestra práctica habitual.
Los dentistas debemos conocer los signos y síntomas de la viruela del mono.
Muchas veces el primer síntoma es el rash facial y las lesiones en la boca o enantemas.
Una de las principales vías de transmisión es la saliva, lo que nos afecta directamente como dentistas. De hecho, se pueden tomar muestras de saliva para el diagnóstico.
Los aerosoles, presentes en todo momento en una clínica dental, son uno de los principales modos de transmisión.
Se infecta primero el epitelio del tracto respiratorio inferior y se disemina a los nódulos linfáticos afectando a muchas partes del cuerpo.
Se deben desinfectar todas las superficies, pero es algo que los dentistas hacemos habitualmente.
El virus se puede detectar en las superficies tocadas por los pacientes o por el personal médico y responde a la desinfección con virucidas.
La higiene de manos y los equipos de protección individual (EPIS) que empleamos durante la crisis del COVID-19 evitan en gran parte los contagios. Se debe llevar bata, guantes, mascarilla FFP2 y protección ocular.
Se ha descrito algún caso en que se ha atendido a pacientes de viruela del mono únicamente con mascarilla quirúrgica y guantes no se produjo el contagio del personal sanitario.
Sin embargo, debemos recordar que en el gabinete odontológico se producen muchos aerosoles.
Siguiendo los protocolos actuales de higiene y desinfección no hay peligro.
Se ha descrito un caso de un trabajador de un hospital contagiado por cambiar las sábanas de un enfermo sin mascarilla.
Según Beer, los pacientes son infecciosos desde el comienzo del rash hasta la descamación cuatro semanas más tarde; es difícil que los dentistas veamos pacientes en esa fase, pero otros autores afirman que son infecciosos desde que comienzan los pródromos, antes de que aparezcan las lesiones.
Atender a un paciente con un EPI apropiado supondría una exposición de bajo riesgo de contagio.
El periodo de incubación no es contagioso. El rash o sarpullido habitualmente comienza en la boca y se extiende a la cara y las extremidades.
En un caso descrito en Alemania el primer signo de infección fueron lesiones orales alrededor de la úvula. Estas lesiones en la cavidad oral provocan dificultad para tragar, lo que puede comprometer la nutrición del paciente.
En otro caso descrito por Ajmera, el paciente presentaba rash en la lengua y alrededor de la boca que incrementaron en tamaño. Además, el paciente desarrolló inflamación de la lengua, ardor bucal, y dolor al tragar, así como candidiasis oral y linfadenopatía.
Los dentistas, como sanitarios, debemos sospechar si vemos a algún paciente que refiere fiebre y presenta lesiones orales y periorales. Aunque en esta fase los pacientes deberían estar aislados en casa o en hospital.
Se considera exposición de alto riesgo estar con un paciente con viruela del mono en la misma habitación durante procedimientos que pueden
crear aerosoles procedentes de secreciones orales, o tener contacto con su piel o mucosas o fluidos corporales, sin la protección adecuada, por lo que estaría recomendada la vacunación y observación por si aparecen síntomas de haber contraído la enfermedad durante 21 días.
Los dentistas siempre deben protegerse con mascarilla N95, guantes y gafas, siendo estas las medidas de seguridad recomendadas para tratar a estos pacientes cuando están hospitalizados.
Los EPIS protegen del contacto con gotículas y fluidos. También se recomienda el uso de bata de manga larga y mascarilla FFP3.
Se cree que el virus de la viruela del mono tiene actividad infecciosa en aerosoles durante más de 90 horas.