PDF: Validez de la radiografía periapical digital y la tomografía computarizada de haz cónico en la detección de defectos óseos periimplantarios: estudio in vitro


El objetivo del presente artículo es comparar la precisión diagnóstica de la radiografía digital directa (RDD) y la tomografía computarizada de haz cónico (TCHC) en la detección de defectos óseos periimplantarios.


El uso de implantes dentales se ha convertido en un método frecuente y eficaz para sustituir los dientes ausentes. 


La alta predictibilidad de las técnicas quirúrgicas empleadas y su baja incidencia de fracasos han hecho que se considere como una de las primeras opciones de tratamiento en la rehabilitación oral. 

El 2% de los implantes fracasan por diversas razones, entre ellas las enfermedades periimplantarias. Para facilitar su detección y diagnóstico, han sido publicadas diversas clasificaciones de defectos óseos periimplantarios. 

Monje et al. (2019) utilizaron la tomografía computarizada de haz cónico (TCHC) para clasificar la topografía de los defectos óseos periimplantarios en tres clases principales, según el número de paredes restantes y la extensión de la pérdida ósea vertical. 

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Informaron que la morfología del defecto más frecuente entre los casos de periimplantitis era un defecto infraóseo de dos o tres paredes tipo Ib (87% de los casos), que se presentaba con dehiscencia bucal. 

Diversos estudios, como los de Eberhard et al., Renvert et al. y Gulati et al., concuerdan en que el control deficiente de la placa dental ha sido identificado como un factor de riesgo potencial para el desarrollo de la periimplantitis. 

Por consiguiente, proponen un mantenimiento de rutina conocido como terapia de higiene de implante (THI), el cual se realiza luego de haber sido rehabilitado el implante. 

La THI consiste en visitar al dentista cada 3 meses durante el primer año y que cada cita de mantenimiento dure 1 hora aproximadamente para realizar un sondaje periodontal con una fuerza no mayor a 0,25 N. 


En los casos en los que se requiere, se toman radiografías periapicales utilizando la técnica de paralelismo de cono largo para evaluar el nivel óseo y descartar defectos. 

En este caso de rutina, se utilizan las radiografías periapicales digitales (RD). 

Si se observan signos clínicos como sangrado o supuración, profundidad al sondaje aumentada y el diagnóstico radiográfico no es suficiente, se indica una tomografía computarizada de haz cónico (TCHC). 

Las RD están siendo cada vez más utilizadas y sus principales ventajas son la menor dosis de radiación para el paciente, las herramientas de medición que nos brindan, la obtención rápida de la imagen, su reutilización, el menor empleo de aparatología y su fácil uso. 

Mediante programas informáticos, se pueden modificar el contraste, el brillo, la escala de grises, a fin de obtener una mejor resolución. Dentro de la radiología digital encontramos dos métodos. 

La radiografía digital directa (RDD) no requiere ningún tipo de escaneado luego de ser expuesta a los rayos X, sino que el propio sistema informático se encarga de obtener la imagen. 

Este método emplea como receptor de los rayos X a un captador rígido conectado a un cable, a través del cual se envía la información a un ordenador. 

La radiografía digital indirecta (RDI) captura la imágen de forma analógica en una placa de fósforo fotoestimulable y es convertida en digital después de haber sido procesada y escaneada. 


Tanto la radiografía digital directa como la indirecta poseen la limitación de ser bidimensionales, y presentar distorsión, proyecciones y superposición de imagen. 

El avance de nuevos sistemas de imágenes ha llevado al desarrollo de tecnologías como los datos de adquisición de volumen, que han permitido el incremento de la proyección detallada en un medio 3D. 

La tomografía de haz cónico (THC) puede adquirir y procesar datos para presentar modelos reconstruidos a través de imágenes transversales de planos axiales, coronales o sagitales. 

Para ello, utiliza un cono en forma de haz de rayos X activado en una sola rotación, que le permite almacenar los datos de la proyección volumétrica de los diferentes tipos de detectores bidimensionales a través de un software. 

Por otro lado, respecto de los métodos radiográficos para la detección y el seguimiento de los defectos óseos periimplantarios, se debe tener en cuenta que para su uso debe haber una fuerte indicación clínica, además del principio de ALARA, que hace referencia a una baja dosis de radiación para el paciente (tan baja como sea posible). 

Con respecto a la periimplantitis, se ha reportado una baja tasa de éxito en el tratamiento, en especial en las etapas más avanzadas de la enfermedad, lo que termina en la pérdida del implante dental. 


Por esa razón, se ha descrito la importancia de la etapa de mantenimiento para una detección temprana de esta enfermedad y una solución oportuna para las complicaciones alrededor de los implantes dentales. 

La evaluación radiológica de los implantes dentales es un procedimiento habitual en la práctica clínica diaria; sin embargo, la validación del uso clínico de estos instrumentos radiográficos en el diagnóstico y tratamiento de defectos óseos periimplantares es limitado en nuestro medio. 

En consecuencia, es importante saber que tan válidas son este tipo de técnicas imagenológicas para la detección de defectos óseos periimplantarios, en especial de los más frecuentes encontrados en la periimplantitis. 

El objetivo de esta investigación fue comparar la precisión diagnóstica de la radiografía digital directa (RDD) y la tomografía computarizada de haz cónico (TCHC) en la detección de defectos óseos periimplantarios. 

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